Aunque la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la legislación de la mayoría de los países recogen la igualdad de género, las condiciones de participación de las mujeres en los mercados y las remuneraciones que reciben por dicha participación siguen siendo desgraciadamente desiguales. Muchas mujeres trabajan en puestos temporales o informales y son, por tanto, "invisibles" ante las leyes y los reglamentos.